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Profemantiny

Gracias por escribirnos, con opiniones y/o sugerencias que nos ayudan a cometer menos errores, a:: leadetodounchin@gmail.com


Después de leer varias cartas en las que nos hacen las mismas preguntas, decidimos, en esta edición, no contestarle a cada lector, sino dar nuestra opinión sobre temas diversos y, como dicen en mi pueblo: “Al que le sirva el zapato, que se lo ponga”:

LOS POLICIAS

Los señores policías arriesgan sus vidas para protegernos de los delincuentes. Realizan un trabajo valioso.

Es importante recordar que, en muchos paises, el que no sea secretario de Estado, diplomático, legislador, hijo de un coronel o del millonario que más dinero aportó en la campaña electoral del presidente de la República, o director de un periódico famoso, aunque tenga razón, no debe discutir con policías.

Háblemosles con respeto y cortesía, aunque nos ofendan con palabras, porque algunos, los deshonestos, podrían llevarte a la cárcel por intento de agresión, sin tu haber tratado agredirlos, o por posesión de un revólver o una bolsita de droga que tu nunca habías visto.

LOS ABOGADOS

Respetémoslos como a los policías.

Es dificil para un abogado no hablar mentiras, mientras defiende a un delincuente, porque su trabajo es: hacer todo lo posible para que el cliente sea declarado inocente, aunque sepa que es culpable. Conocí uno que le dijo a un acusado que él iba a defender: “Dime la verdad, que la mentira la pongo yo”.

UN CASO QUE NO OLVIDO:

Cayetano Minaya transitaba en bicicleta por la avenida broadway de Nueva York, una guagua lo golpeó en el hombro izquierdo; el ciclista cayó y, con mucho dolor, se levantó, a pesar de que un peatón le dijo: “no seas pendejo, quédate ahí hasta que lleguen los policías y la ambulancia”.

Cuando el chofer de la guagua se acercó al golpeado, Cayetano, aturdido y preocupado porque quedó inservible la bicicleta ajena, le dijo que sólo quería que le comprara una bicicleta. El chofer, quien sabía que habría tenido un gran problema si el ciclista hubiera esperado la llegada de policias, contestó: “Yo transporto niños y tengo que pasar por aquí todos los días a esta misma hora. Mañana te traeré dinero para que la compres”.

Después de tres semanas sin ver pasar la guagua, Cayetano, quien recordaba el nombre del chofer y el de la institución a la que pertenecía la guagua (por un letrero que tenía), llevó el caso a la Corte de Reclamos Menores y, el día del juicio, le explicó al juez lo que había ocurrido.

La abogada de los dueños de la guagua preguntó al juez si en el caso había reporte policial y, cuando le contestaron “no”, la jurista exclamó: “Magistrado, si no hay reporte policial, para nosotros no hubo accidente”. El juez descargó al acusado y Cayetano, todavía con dolor en el hombro golpeado, aprendió ese día que, en la Justicia, tener un buen abogado puede ser mejor que tener la verdad.